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Luis María Mariano

Se cayó un mito

Se cayó un mito

Nada mas alejado de la conveniencia en términos de democracia, que encolumnarse tras el falso dilema de campo o gobierno, que lo único que persigue, es la fragmentación social. Equivocadamente, nos presentan el planteo que obliga a cada uno de los ciudadanos, a tomar partido por alguno de ellos.
No existen dos sectores en pugna, solo uno, que reclama por sus intereses afectados y que son las organizaciones representativas de los productores agropecuarios. Enfrente, no hay otro sector, es el propio gobierno que debería representar los intereses del conjunto de los argentinos. La política sectorial no puede desvincularse de la nacional como tampoco la nacional, puede afectar desmedidamente la sectorial, ambas se deben integrar para provecho de todos.
Cuando principios de equidad se afectan deliberadamente y producen un desequilibrio económico en un sector, más allá del desatino político del yerro, se debe asumir las consecuencias que la decisión política trae aparejada. No es precisamente el caso del gobierno, que persistiendo en el error, ataca al que reclama, pretendiendo sumirlo obedientemente a sus intereses, perdiendo de vista los intereses del conjunto y anteponiendo los propios.
Concibiendo un sistema tributario justo y equilibrado, en que "el que mas tiene, más paga", las retenciones no debieran existir, porque afectan a la producción sea esta, grande, mediana o pequeña. Perjudican notablemente al sistema federal porque no son coparticipables y coloca en mano del presidente, la distribución de esos recursos a su arbitrio. Están determinadas como un sistema no progresista que prescinde de los patrimonios de los contribuyentes al igual que el IVA y el impuesto al cheque. Las pagan tanto el rico como el pobre y el que vive de la especulación financiera exportando intereses, no paga retenciones. Es un tributo injusto, máxime cuando nos encontramos dentro de un país empobrecido y dependemos de la producción de todo tipo de bienes, para comenzar a desarrollarnos dentro de un marco de justicia distributiva.
El oficialismo percibe al reclamo sectorial como un accionar desestabilizador al que se han plegado los opositores. Lo que no es verdad, lo que sí existe, es un descontento generalizado no solo por el problema con el campo sino también por la inflación, la política energética con falta de combustibles y sus altos precios, la escalada del dólar, la postura de confrontación con los medios, las amenazas de los legionarios piqueteros para defender la postura presidencial, etc.
"Los quiero ver arrodillados", "tengo aguante", son frases generadas por desesperados gobernantes autocráticos que reñido su desenvolvimiento con la democracia y ante los problemas que se presentan, solo atinan a amenazar desde la soberbia hasta la sumisión, sin reconocer que amenazan al pueblo, pero desmitificando que el único que puede gobernar la argentina es el peronismo y dando cabal muestra de ineptitud cuando los recursos económicos e intelectuales, se le agotan.

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