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Luis María Mariano

Ser o no ser político. Esa es la cuestión.

Ser o no ser político. Esa es la cuestión.

 

El derecho a recibir información que poseen todos los ciudadanos, tiene dos dimensiones: una que es particularmente individual y otra que es social, es decir que el afectar ese derecho implica afectar la libertad de expresar su propio pensamiento y también el derecho a la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole.

Es por ello que la libertad de expresión requiere, por un lado, que nadie sea arbitrariamente menoscabado o impedido de manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho de cada individuo; pero implica también, por otro lado, un derecho colectivo a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno.

Es reiterado escuchar voces particularmente desde miembros pertenecientes a la oposición, afirmando que el intendente municipal abusando de la mayoría automática de concejales que posee su partido peronista, impide por el escaso margen de tiempo para su lectura y estudio, la consideración cabal que deben poseer los proyectos elevados al Concejo Deliberante violentando de ese modo, el formar criterio y posibilitar la articulación de políticas alternativas a cada caso.

El violar disposiciones especificadas reglamentariamente respecto al funcionamiento del cuerpo y sus procedimientos, como también los plazos para el tratamiento de los proyectos legislativos, implica conculcar el ejercicio de los derechos consagrados como atributos propios de la función republicana representativa que ejercen como concejales. Este tipo de infracciones cometidas por quien sea, son perfectamente judiciables y analizar situaciones desde ese punto de vista, escaparía al sentido que se le quiere imprimir a este artículo.

Desde sus orígenes la dirigencia peronista participa políticamente como “dueño” del Estado argentino y ejerce las mismas, desprovistas de los condicionamientos institucionales que estipula una república democrática. Son ahistoricos, verticalistas y se agrupan subordinadamente alrededor de aquel que posee más poder económico, sin pruritos ideológicos. Ocupan el poder por el poder mismo y esencialmente son besa manos de sus superiores lo que les impide ser críticos como que necesariamente, son fragmentarios y confrontativos ante la sociedad, por propia necesidad de su supervivencia.

Beneficioso sería para el país contar con un sistema de partidos políticos democráticos que compitan democráticamente por el poder, pero nuestra realidad presenta otro escenario al que se debe llegar al ruedo político con formación e imaginación para anticiparse a los hechos. El hombre político democrático se construye y esa función les corresponde a los partidos políticos, deuda aún impaga a pesar que pasaron más de 25 años desde el 10 de diciembre de 1984.

 

 

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