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Luis María Mariano

Todos y todas

Todos y todas

 

No es la primera vez que se escucha decir que el “peronismo”; “menemismo”; “duhaldismo”; “kirnerismo”; “cristinismo” o como se autodenominen circunstancialmente; que triunfan sin ningún tipo de esfuerzo las elecciones a las que se enfrentan. Que no existe posibilidad que otra fuerza política pueda ganar sobre ellos, como tampoco, candidatos en la oposición con condiciones para alcanzar la presidencia.

Estas bravuconadas políticas ponen en relieve, su concepción totalitaria de ejercer la política, al pretender hacer concluir con desazón en el electorado, que no tiene sentido el ir a votar, dado que está demostrado con encuestas pagas que la ciudadanía ya se inclinó por “su” candidato, convirtiendo de ese modo al acto eleccionario, en un mero trámite y consecuentemente relativizándolo, en términos de plenitud ciudadana, más allá de no mirar en perspectiva a su propio entorno kirchnerista, dado que después de diez años gobernando, no pueden rescatar entre sus ministros, gobernadores, senadores, etc. alguien que pueda suplantar presidenciablemente a la agotada Cristina Kirchner.

La historia nos ha hecho ver varias veces a los peronistas en derrota claro que, a un alto costo para la vida institucional del país. Nacieron al amparo del poder y no pueden vivir sin él. Cuando se los coloca en la oposición, sistemáticamente alteran los preceptos democráticos y se desenvuelven con que “el fin justifica los medios”.

Actúan confrontativamente pero hay que poner especial atención cuando sacan a relucir sus insalvables diferencias internas. El Sr. Hugo Moyano sabe que nunca seducirá a las clase media y la presidente sabe, que no se impondrá sin la clase media.

Las discrepancias públicas entre el titular de la C.G.T. y la presidente, nos lleva a pensar que la relación entre el gobierno con la sociedad, no está consolidada ni es tan triunfal como lo aparentan.

Moyano busca ser presidenciable en un futuro e inmunidad parlamentaria en el presente, sin importarle los medios, los modos, ni la suerte de su socia. Pero ésta como acto de supervivencia política, reacciona pidiéndole encausar ordenadamente los reclamos sindicales a la vez que elude compromisos de compartir lista.

Ambos evidencian serios conflictos de convivencia y también, de historias no resueltas pero, se necesitan. Ninguno puede subsistir políticamente sin el otro, pero la sociedad no puede convertirse en rehén de compulsas personales que la solucionan con prebendas económicas que se pagan con dinero del Estado.

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