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Luis María Mariano

Semblanza de un día agitado.

Para los romanos, los días "fastos" eran aquellos días en los que se podían llevar a cabo actividades de carácter jurídico, legislativo, los negocios públicos y los comicios. Los días "nefastos", estaban dedicados a los dioses y por tanto sólo se permitía la actividad religiosa. El actual significado de nefasto se debe a que se ha tomado la faceta negativa de esos días, es decir, no lo que se podía hacer sino lo que no se podía y por lo tanto son días proscritos, inapropiados o perdidos para la realización de muchas actividades.
Maquiavelo entiende por "virtud", la capacidad personal de dominar los acontecimientos y de realizar, incluso recurriendo a cualquier medio, el fin deseado y por "fortuna", entiende el curso de los eventos que no dependen de la voluntad humana. Concluyendo, Maquiavelo dice que lo que uno consigue -políticamente hablando-, no depende del todo ni de la "virtud" ni de la "fortuna", es decir, ni todo por el mérito personal, ni todo por el favor de las circunstancias, sino por una y otra causa en igual proporción.
Antes de las ocho de la mañana del día domingo y prestos al comienzo del comicio en nuestra calidad de precandidato a intendente por la Lista 300A de la U.C.R., los presidentes de mesa nos advirtieron que la Junta Electoral provincial no había remitido nuestras boletas dentro de las urnas. La comunicación entre los fiscales hizo que supiéramos que el problema se extendió en toda la ciudad. Instantáneamente, comprendimos que era un "día nefasto" y que "la fortuna" nos presentaba una mala pasada.
Ante la novedad, los fiscales rápidamente concurrieron con nuestras boletas de reserva a cada una de las mesas del distrito -más de 170-, para que los electores tuvieran la posibilidad de elegirla accediendo a ellas. La lluvia que no cesaba y la infranqueabilidad de los caminos rurales superaron a los esfuerzos humanos. El comicio ya había empezado.
No pretendemos justificar nada en lo personal pero, esta grave irregularidad para nosotros y quizás nimia dentro del contexto provincial, hace pensar seriamente que este sistema electoral se encuentra harto agotado.
Estamos iniciando el siglo XXI en donde la tecnología asiste al hombre en todas sus actividades y por lo tanto, resulta anacrónico que se siga utilizando un sistema de provisión de boletas, emisión y recuento de votos propios de tiempos pasados que posibilitaban como actualmente posibilitan, las irregularidades y el fraude, dando paso a las avivadas “ventajeras" o lisa y llanamente, a la comisión de delitos.
Los únicos perjudicados son los electores que ven violentada su voluntad y de votar para cambiar, nada de eso ocurre y todo sigue igual. Ejemplos pasados y recientes sobran en esta Argentina y el funcionamiento del Estado por los gobiernos que circunstancialmente lo ocupan, no puede garantizarle como debe jurídicamente al ciudadano, la transparencia y legalidad en el acto más importante que tiene dentro de la República Democrática. La boleta electrónica es un principio de solución.

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