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Luis María Mariano

Democracia es igual a diálogo

Democracia es igual a diálogo

Siempre hemos distinguido entre el pueblo peronista y los dirigentes peronistas. Mientras unos eran los destinatarios del accionar del gobierno de Perón cuya memoria colectiva aún perdura, los otros, son los únicos destinatarios de los beneficios que implica estar en el gobierno como que se aprovechan sin reparos democráticos, de ese recuerdo social que posee parte del pueblo argentino. Son los que hoy lo postergan, sumiéndolo en la pobreza, pero se enriquesen personalmente haciendo negocios desde el Estado con "obras" sin contenido integrador, que realizan exclusivamente sus amigos empresarios. Es elocuente por si misma, la observación de la historia personal de los dirigentes peronistas, que de la nada y sin trabajo anterior conocido, hoy manejan importantes patrimonios personales.

Esta modalidad de ejercer la política de los recientes gobiernos peronistas, encuentra un escollo insalvable que es la de compatibilizarla con la democracia a la que se deben, pero no le pagan. Sería muy sencillo desde una sociedad integrada, hacer desaparecer esas prácticas (negocios desde el Estado) que no benefician al conjunto de la sociedad, con los mecanismos de transparencia que obliga a sostener las instituciones de la democracia.

Pero, la modalidad instrumentada por el peronismo, para sus suscistencias es simplemente fragmentar la sociedad en sectores, hasta lograr interferir el en diálogo reparador, consagrando la intolerancia con el "divide y reinarás". Así, generan periódica y sistemáticamente un enemigo, que atenta contra la sociedad en su conjunto pero que ocultamente, saben que la situación de conflicto propia de la vida en democracia y que la única solución, es el diálogo franco como tolerante entre los afectados sin perder de vista al conjunto.

Los argentinos hemos perdido muchas veces la democracia, por actitudes reñidas con su escencia y signada por la intolerancia. Los militares hacían uso de este método. Hoy se encuentra una notable similitud en el comportamiento político entre los dirigentes peronistas y los uniformados, que para gobernar, generaban enemigos a fin de sostenerse en el gobierno mientras el pueblo, es a la vez espectador y víctima fatal de aquellos intolerantes antidemocráticos.

La naturaleza humana hace que no exista una uniformidad de pensamiento sobre una misma problemática, pensar distinto no significa ser enemigo. Las conversaciones familiares son digno ejemplo de lo que aquí se sostiene, como que nadie bien nacido por pensar distinto, pueda ser considerado por el resto, como que no pertenece a esa familia.

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