Mienten, roban y matan.
Los que tenemos algunos años y orillamos las seis décadas, debemos obligatoriamente hacer alguna reflexión de lo que nos circunda políticamente. Nuestro testimonio lleva la simple intención que pueda servirle a algún lector esta opinión, abrir debate y corregir de consuno, el rumbo.
A nuestro país nuevamente, lo envuelve la exteriorización de la violencia física. Y no es la violencia que aparece en las páginas policiales o en los noticieros de la televisión, es la violencia que se utiliza para resolver conflictos políticos.
Esta violencia es perpetrada por los que en ejercicio del gobierno o vinculados a él, dejan de lado los ideales constitucionales, para dar paso con recursos Estatales a mezquinos e inconfesables intereses económicos como sustento de generar o no perder, poder personal.
De por sí autocráticos, menosprecian y vulneran el funcionamiento democrático de las instituciones y consecuentemente, necesitan para sustentarse en el tiempo, de impunidad la que van buscando sostenida e inquebrantablemente.
Con la reciente muerte de un fiscal federal, me embargó la angustia de empezar a transitar nuevamente la noches mas negras que pasó nuestro país.
Y mi testimonio si de algo vale, es que sintomáticamente cuando estos acontecimientos ocurren, se encuentra el peronismo en el poder y no quiere perderlo, o por el contrario, es el peronismo que no estando en el poder, quiere acceder al mismo. Claro que siempre, constituidos como víctimas, zoologizándolos previamente, descargan la culpa en otros.
Desde la década del setenta hasta acá, existen innumerables ejemplos que la lectura de historia reciente, los muestra sin pudor, dirimiendo sus cuestiones internas ideológicas o económicas.
Se que existe otro peronismo democrático y dialoguista, que hasta ahora no ha llegado al poder. Pero para acceder y cumplir con los mandatos republicanos, deben necesariamente romper con la nefasta secuencia de mentir, robar y luego matar en sus internas políticas para sostener un relato que como final, tiene el enriquecimiento personal de sus integrantes mientras el pueblo que dicen defender, sigue empobrecido y confrontado entre hermanos.
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