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Luis María Mariano

Que el futuro no llegue.

El argentino no es soberano. En contrario a lo establecido en la Constitución, se puede afirmar que a lo largo de nuestra historia, el hombre común ha venido perdiendo la facultad de decidir su destino social. Carece concretamente de plena libertad como también de las herramientas, para obtener por sí, la igualdad.

Los factores de poder económico, han consolidado su señorío hasta situaciones inimaginables por parte de un individuo común. Los medios de comunicación masivos -mayoritariamente acríticos-, han desarrollado un rol determinante en la quita paulatina de ese poder transformador de la realidad en beneficio de los ciudadanos y que otrora, retenían para sí los partidos políticos. Esta situación dió paso, al ejercicio del populismo.

Los partidos políticos como conjunto de valores, ideas y doctrina, son los canales de participación entre la sociedad y el Estado. Poseen, un permanente ida y vuelta comunicacional. En cambio el populismo, es unidireccional. Estableciendo la comunicación unipersonal, desde el gobierno hacia la sociedad y utilizando escencialmente a las fuerzas vivas. 

Poseemos una sociedad injusta. Donde unos pocos tienen mucho y muchos tienen muy poco. Unos de los determinantes de esta situación, es precisamente la falta de justicia que como órgano indispensable de la república, se encuentra debilitada y condicionados "políticamente" muchos de sus integrantes.

No puede existir la libertad y la igualdad del hombre, sin una justicia que sea la reguladora y garantizadora del desarrollo pleno del individuo en la sociedad. Leandro Alem en los orígenes del radicalismo, mejoró conceptualmente en su paradigma doctrinario, a la misma revolución francesa. Aquella, sostiene los valores de libertad, igualdad y fraternidad. Alem, la "Libertad, la Igualdad y la Justicia". Este último, mucho mas acabado y tangible.

Todos los derechos y garantías se encuentran escritos en la norma fundamental, pero sin una justicia que tenga como protagonista y destinatario al hombre común, no le llegarán jamás a esta sociedad inequitativa, aquellos beneficios constitucionales.

La transformación la debe realizar la sociedad con su única herramienta, que son los partidos políticos. Actuando en su seno, a fin de resolver los conflictos que presenta cotidianamente la vida en democracia. No hacerlo, implica dejar el espacio para que actúen en cambio, los seudos políticos que se abocan exclusivamente en resolver su situación personal, consistente en instrumentar la manera de consolidarse permanentemente en el poder.

Sino, que el futuro no llegue.

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