DECLARACION POLITICA Convención Nacional de la UCR, Mina Clavero, 4 de octubre de 2008
La Argentina, nuestro país, estuvo al borde de la disolución nacional como consecuencia de la crisis producida a finales del año 2001.
Esta crisis fue felizmente superada, lo que nos hizo avizorar el futuro con esperanza de construir una nación seria, previsible, con equidad social e inserta en el mundo globalizado con la suficiente capacidad y autonomía que le permitiera defender los derechos e intereses, tanto nacionales como de su pueblo.
A la superación de la referida crisis contribuyó de manera determinante la política, en su dimensión más relevante, es decir, como arte. La actividad política tantas veces vilipendiada, asimilándola a la mera lucha por el poder sin objetivos más que no fueran aquellos de satisfacer intereses o apetencias personales, estuvo sin embargo en esa ocasión a la altura de las circunstancias.
Fue así como los actores que protagonizan la política y las instituciones que derivan de su accionar fueron capaces, inmersos en esa crisis que parecía terminal, de encontrar las soluciones institucionales y de mediación que lograra el objetivo de salvar la nación.
En la tarea descripta, le cupo un papel fundamental a nuestro Partido, la Unión Cívica Radical. Fiel a su tradición de fuerza nacional, inserta en todo el territorio y de férreo defensor de las instituciones republicanas y democráticas, actuó con responsabilidad y grandeza.
La transición que desembocó en una nueva normalización institucional tuvo la patriótica contribución del Radicalismo.
El Gobierno de Néstor Kirchner primero y de su esposa Cristina Fernández de Kirchner en la actualidad, ha tenido de parte de esta fuerza política gestos y acciones concretas para afianzar el sistema democrático, del cual se cumplen 25 años ininterrumpidos desde la gesta popular iniciada en el año 1983 encabezada por Raúl Alfonsín.
La coyuntura económica-internacional, ampliamente favorable a nuestros intereses, brindó una oportunidad extraordinaria de consolidar definitivamente un rumbo de progreso y estabilidad.
Con pena, hoy podemos afirmar que esa oportunidad se está desaprovechando o perdiendo y es imperioso que recuperemos todo el vigor del cual es capaz nuestro Partido para corregir el rumbo que nos conduzca a una nueva frustración.
Esto surge con claridad si se observa que le Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, es una continuidad del de su marido Néstor Kirchner, en los aspectos más negativos y peligrosos para la credibilidad en el sistema democrático.
Tanto en la composición del actual Gobierno, que repite el anterior y mantiene en su Gabinete a las personas más cuestionadas por estar fuerte y fundadamente sospechados de ser partícipes de actos de corrupción que corroen la confianza popular.
La corrupción está en el Gobierno de los Kirchner, así lo demuestran: el actual caso de la valija con fondos destinados a funcionarios del Gobierno o a financiar la campaña de la Presidente, que ya no puede disimularse y que no se ha investigado en la Argentina, como así también el escándalo de Skanka, el dinero hallado en el baño del Ministerio de Economía, la oscuridad en todo lo vinculado a los fondos de Santa Cruz y el incremento patrimonial de la familia Kirchner, conforme a lo informado por la Oficina Anticorrupción, que no tiene ningún justificativo razonable.
A este triste panorama se llega por la degradación institucional que hoy caracteriza a nuestro país. Esta se expresa en el record de decretos de necesidad y urgencia, en el mantenimiento de facultades extraordinarias o superpoderes en cabeza del Jefe de Gabinete, que le permiten incluso, modificar el destino de las partidas que el Congreso decide cuando aprueba el Presupuesto, y sobre todo en la ostensible pérdida de independencia de la justicia que se hizo palpable con la modificación de la ley del Consejo de la Magistratura.
El Gobierno de los Kirchner, no ha aprovechado la bonanza económica internacional con importantes incrementos en los precios de los productos primarios que exportamos, commodities, acompañado por las bajas tasas de interés del mercado internacional, para modernizar la economía argentina y dar el salto cualitativo que pase del crecimiento al auténtico desarrollo.
Así, hemos tenido tasas de crecimiento del producto bruto interno en estos últimos cinco años muy importantes, oscilando entre el 7 y el 9 %, que no se han traducido en mejora en la calidad de vida de los Argentinos. Esto se comprueba en la decadencia del sistema educativo que anula la proclamada igualdad de oportunidades, en el retroceso en el sistema de salud que condena a millones de compatriotas al desamparo, en la inseguridad que pone en peligro la vida no sólo en los grandes centros urbanos, sino también en las poblaciones rurales y que en el último tiempo muestra la peor de sus facetas con la internacionalización de la lacra de las mafias que ven a nuestro país como una presa fácil, por la claudicación y deserción del Estado Nacional, a pesar de las proclamas en el sentido contrario.
Mención especial merece el colapso en el sistema de transporte; tanto aéreo, terrestre y ferroviario. Esta situación lleva a ostentar el luctuoso record en accidentes en las rutas, sólo equiparable a los países menos desarrollados del planeta, mientras se exhiben con impudicia proyectos faraónicos, como el denominado Tren Bala, o se reestatizan empresas como Aerolíneas Argentinas sin contemplar el verdadero interés nacional.
Podemos afirmar que el objetivo estratégico del Gobierno de los Kirchner es conformar un capitalismo de amigos, muy lejos de un sistema que funcione bajo las pautas de modernidad, eficiencia y distribución equitativa de la riqueza.
Para sustentar este proyecto de capitalismo de amigos, fue necesario diseñar un modelo hegemónico de poder. Este modelo hegemónico o dominante pretendió construirse sobre la base del tradicional movimientismo del Partido Justicialista y la llamada Concertación Plural.
Los ejemplos de concertación auténticos, en el mundo, o en países vecinos como el caso de Chile, se han construido sobre la base del respeto a la institucionalidad y autoridades que representan las diferentes fuerzas políticas y bajo el manto de coincidencias programáticas que pueden ser libremente discutidas y decididas entre las partes. Lo descripto es exactamente lo contrario del diseño kirchnerista que puede resumirse en la expresión de “palo y a la bolsa”, aceptando un liderazgo impuesto sin ninguna posibilidad de debate.
El sueño kirchnerista hegemónico estalló, con la resolución del conflicto que enfrentó a los productores agropecuarios con el gobierno, no sólo porque terminó en derrota para el Gobierno, sino porque produjo una abismal brecha cultural en la sociedad argentina acerca de cómo debe ejercerse el poder.
Durante el referido conflicto, el kirchnerismo, utilizó prácticas autoritarias, violentas y patoteriles, con la utilización de organizaciones piqueteras que viven de las prebendas del Estado, intentando suprimir con este método la disidencia que exprese el pluralismo de un sistema democrático normal.
El resultado fue una extendida condena social al Gobierno y sus métodos y abrió la posibilidad a que las expresiones de la Oposición, puedan ir configurando una alternativa política al actual Gobierno.
El Radicalismo tiene el imperativo de ser el cimiento para la construcción de una alternativa al actual esquema de poder. Ya en la anterior Convención Nacional celebrada en Rosario, y ratificada en Avellaneda, el Radicalismo se había definido como un Partido independiente del poder que debía equilibrar y controlar al Gobierno para cumplir con una de las reglas de oro de la Democracia.
Reconocemos la Militancia y el duro esfuerzo desarrollado para cumplir con esa regla, lo que se expresó en una tenaz y responsable tarea parlamentaria de nuestros legisladores y sobre todo en la abnegada tarea de militancia de nuestros afiliados y simpatizantes que participaron, protagonizaron y fueron solidarios con las luchas que en estos últimos meses dio por tierra con el proyecto hegemónico.
La demanda de la hora, es cumplir con la otra regla de oro de la Democracia, es decir la alternancia en el ejercicio del poder. Para ésto es necesario construir una alternativa que sea capaz de competir electoralmente con éxito y luego garantizar la gobernabilidad del país.
La Unión Cívica Radical, el Partido más antiguo de la Argentina, exhibe con orgullo su historia, pero por sobre todas las cosas se presenta con vocación de protagonizar los cambios que se requieren hacia el futuro. Para ello está dispuesto a modernizarse, a reformar su estructura, para tener mayor dinamismo y a su vez recuperar confianza y credibilidad por parte de la sociedad.
Estamos seguros que vamos por el buen camino. Las elecciones en Río Cuarto, Bariloche y la pampeana Santa Rosa así lo indican. Pero somos concientes que para el cumplimiento del objetivo de disputar el Gobierno hay que tener una actitud amplia, generosa que el momento demanda.
Consecuentes con esta convicción llamamos y convocamos a todos aquellos hombres y mujeres que se sienten identificados con los principios y valores del Radicalismo a que concurran a contribuir a la tarea de reconstrucción y normalización de todos los distritos del país a la brevedad posible.
La tendencia en el mundo se orienta a valorizar el sistema de Partidos Políticos fuertes y vigorosos que sean capaces de competir y de gobernar, desterrando la llamada “Democracia de candidatos”, que son fácilmente manejados por los grupos de intereses económicos.
Nuestra convocatoria es con humildad, grandeza y generosidad, esperamos esperanzados la reciprocidad que este momento histórico reclama y exige de todos los que debemos actuar animados de patriotismo.
Los Convencionales Nacionales de la Unión Cívica Radical, interpretando la voluntad de los millones de hombres y mujeres, afiliados y simpatizantes de nuestro Partido, pero por sobre todo lo que entendemos es la voluntad mayoritaria del Pueblo Argentino, es que realizamos esta convocatoria animados por este espíritu. Los días que vendrán nos darán la respuesta.
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