¿Pobres los árboles? ¿Y nosotros?
Luego de la expresión pública en contrario a la tala de centenarios árboles, que lucían esbeltos en la Plaza Principal, el Intendente salió a justificar su actitud. No es la primera vez que reacciona apresuradamente, ante las observaciones que se le realizan, con motivo de su gestión.
Así en su explicación, refirió que pretende colocar al paseo público, con conceptos paisajísticos de principios del Siglo XX.
Sin dudas los árboles que hoy murieron, para esa época eran pequeños. Es lógico que los árboles crezcan, como crecen nuestros hijos. Lo que no es aceptable, eliminarlos, para "dar paso a la luz artificial" como se sostuvo desde el gobierno municipal.
Imaginemos la realidad de principios del siglo anterior, donde la población de nuestra ciudad era inferior a la actual y también su edificación como su parque automotríz. En otras palabras, la contaminación ambiental era inferior a la que sufrimos actualmente, no habilitando por sentido común, a adoptar medidas políticas (tala de árboles), tendientes a reconstruir la sociedad a ese estado pretérito, obviando la modernización que genera estos graves problemas, como parece ser el criterio adoptado.
Claro que a raíz de los problemas de contaminación, modernamente se ha legislado modificando la constitución (art. 28), con el fin que la población, goce de un ambiente sano con la obligación de conservarlo, protegerlo en su provecho y de las generaciones futuras. Como también, tomar todas las precauciones tendientes a evitar la degradación del ambiente.
Los árboles son elementos fundamentales de conservación del ambiente por su función natural de oxigenarlo, debiendo protegerlos y no cortarlos para evitar el efecto nocivo contrario.
Pensé mucho sobre la lógica de las razones políticas de la medida adoptada sin encontrar una convincente, hasta, que me hizo reflexionar un amigo diciéndome: ¿no será que algún funcionario tiene estufa a leña?
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