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Luis María Mariano

¿Quién lo dijo?

¿Quién lo dijo?

 

Días pasados se afirmó en un reportaje el siguiente pensamiento: Yo creo que la política no es una ciencia como se ha escuchado infinidad de veces. La política es un arte. Se aprende mucho, se aprende como Mozart aprendió a tocar, o como aprendió Charly. Sí considero que hay una vocación profunda que es previa. Acá va una frase hecha: la política es el arte de articular armónicamente intereses contrapuestos, diversos y a veces incompatibles en pos de un interés común, general.”

Mal que le pese al emisor, el nacimiento de la ciencia política data del siglo XVI con el trabajo de Nicolás Maquiavelo (El Príncipe). Sin embargo, otros piensan que su origen fue en el siglo XIX cuando las revoluciones liberales y el desarrollo industrial, produjeron profundos cambios en la sociedad que fueron analizados por importantes pensadores.

Hoy se podría definir a la ciencia política, como la disciplina cuyo objetivo es el estudio sistemático del gobierno en su sentido más amplio, abarcando su objeto, el origen y tipología de los regímenes políticos, sus estructuras, funciones e instituciones, las formas en que los gobiernos identifican y resuelven problemas socioeconómicos, y las interacciones entre grupos e individuos decisivos en el establecimiento, mantenimiento y cambio de los gobiernos. Actualmente, el estudio de la ciencia política se adquiere en importantes universidades del mundo entero, inclusive de nuestro país.

Siempre pensé que dentro del grupo político al que pertenece, era el que poseía la mejor formación en cuestiones de historia, teoría y método político. Pero su pobre afirmación indica todo lo contrario, dado que con lo que piensa, reduce la actividad política a las dotes naturales que pueda poseer una persona sin preocuparle su formación previa.

Los valores de libertad, igualdad y justicia que históricamente se alejan cada vez más del hombre común, vienen acompañados de la mano de gobiernos cuyos integrantes poseen un alto grado de improvisación e inexperiencia. Claro que, acompañados de un séquito financiado con una profunda vocación de sumisión y obediencia, particularmente necesaria para consolidar una tiranía.

Operar en desmedro de la formación de las personas es actuar negativamente sobre la educación como realización plena del ser humano. La inseguridad, la desigualdad, la exclusión, la pobreza, carencia de institucionalidad democrática, etc. requiere de seres preparados y no de dialoguistas calificados por el cargo.

En estos tiempos de complejidad de la realidad actual que dificulta el resolver los eternos males que nos aquejan, con todo respeto Sr. Intendente le digo que cada día que pasa, nos debe servir para tomar contacto con la ciencia política y leer todos aquellos libros que aún no se han leído. Y como dice Mariano Moreno: "Si los pueblos no se ilustran, si no divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía".

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